El milagro del Nazareno de Viñeros
En el siglo XVII, esta datada "La Leyenda del Arcabucero".
En los comienzos de dicha centuria recibieron las tropas del Tercio de Málaga la orden de partir a la guerra.
Un arcabucero (soldado en los ejercitos de Flandes) temeroso de perecer en combate, con grandes problemas de conciencia, fue a confesar sus pecados a un fraile Mercedario.
Entre ellos había uno de tal gravedad que no pudo obtener la absolución instándole el religioso a acudir a Roma para que el papa lo absolviera, único que podía hacerlo.
El soldado español, ante la imposibilidad de ir a Roma a ver a Su Santidad, se postró ante la imagen de Jesús Nazareno de Viñeros y llorando, arrepentido, le imploró el perdón por aquel pecado que le turbaba el alma. Al alzar los ojos vio como el Señor, separando el brazo derecho de la Cruz, le daba la bendición absolutoria, manteniendo el brazo en esa actitud de bendecir.
Ntro. Padre jesús de Viñeros
Los sollozos y explicaciones atrajeron a los Padres Merecedarios que, atónitos admiraron el singular prodigio.
El brazo nunca volvió a su posición original, corriendo como pólvora la noticia por la ciudad, los feligreses acudieron en masa para ver tan magno acontecimiento.
Fue a raíz de este milagro cuando los Tercios que habitualmente habían en la guarnición de Málaga, comenzaron a acompañar a la hermandad de Viñeros, primero en la fiesta del uno de enero y posteriormente, en la Sagrada procesión de penitencia del Jueves Santo.
Arcabucero acompañando a Ntro. Padre jesús de Viñeros en su cortejo procesional
Este acompañamiento continuó hasta la invasión napoleónica en que se suspendío dicha costumbre.
Hasta el año 1.951 no vuelve hacer aparición en el cortejo procesional la figura del arcabucero rememorando el hecho milagroso, aunque en 1.959 se suprime su presencia por orden eclesiastica.
En el año 2.003, a propuesta del Cabildo de Hermanos y con la autorización eclesiástica, se recupera la referida tradición hasta nuestros días.